Real, irreal y siempre posible
María y Daniel tardaron en intimar. Primero por timidez y luego por problemas en la transmisión de mensajes. Les presentó una amiga en un bar de moda en el que Daniel no pudo ni enterarse del nombre de ella. Más tarde, coincidiendo de nuevo, María dedujo (o quizás se lo contaron) que Daniel es sordo…