En una bolsa de ositos de gominola
“Siempre dijimos que era raro: se traía sus muñecos articulados que representaban soldados o guerreros y jugaba él solo a crear peleas entre ellos. No hacía los archiconocidos “efectos especiales” que simulaban disparos, tortazos, caídas y dolores, y que todos los demás hacíamos con la boca. En sus juegos no había casi diálogos. Creció, y…