¿Qué tienen en común Marlee Matlin, Malala Yousafzai, Wilma Newhoudt-Druchen, Nellie Zabel y Hellen Keller? Además de ser mujeres, ellas supieron cómo dar la espalda a las adversidades y demostrar al mundo que la deficiencia auditiva es una característica más con la que convivir, pero no es todo lo limitante como otras muchas personas creen.
Estas cinco mujeres fueron y son un referente para las que tenemos algún tipo de problema auditivo ya que, además de esforzarse por romper la brecha de género, alcanzaron cotas que también eran impensables para personas sordas. Se enfrentaron, pues, a una doble discriminación: una, por el hecho de ser mujer; y otra, por la circunstancia de su discapacidad.
En España, cerca de 3,8 millones de personas tienen discapacidad y algo más de la mitad son mujeres. Mujeres que cargan con una limitación congénita o que la han adquirido a lo largo de la vida. Pero también hay mujeres que tienen discapacidad como consecuencia de la violencia sufrida. Casi dos millones de mujeres con discapacidad que en muchas ocasiones son invisibilizadas e ignoradas.
Casi dos millones de talentos que nuestro país no aprovecha por ese doble sesgo al que se nos somete. Casi dos millones de vidas limitadas por la falta de ayudas a nivel estatal y la falta de oportunidades a nivel social y económico. Esta ayuda, que algunas mentes ignorantes podrían etiquetar como un sumidero de dinero; es en realidad una inversión de doble filo: por una parte, el desarrollo del país se verá recompensado con las aportaciones de todo este talento invisible y, además, constituyen una fuente de normalización que demuestra que la diversidad no es solo una palabra para lucirse.
En el Día de la Mujer, donde confluyen muchas de las realidades femeninas en la tarea de dar visibilidad a todas y cada una de ellas, no pueden faltar tampoco las mujeres con discapacidad y, más concretamente, aquellas mujeres que viven en un silencio muchas veces impuesto por los demás que, con cariño y sobreprotección o simplemente por atajar problemas, toman decisiones por nosotras sin consultarnos, volviéndonos cada vez más invisibles.
Seguramente a Marlee Matlin le dijeron alguna vez que cómo iba a ser una sorda actriz; a Malala Yousafzai le han preguntado cientos de veces que si no tiene bastante con lo que tiene como para preocuparse de las demás; a Wilma Newhoudt-Druchen seguramente también le dijeron que el Parlamento Sudafricano no era un lugar para una mujer como ella; a Nellie Zabel le tacharon de loca por querer convertirse en piloto y a Hellen Keller la dieron, directamente, por perdida.
Pero si de verdad ellas hubieran cesado en su intento, el mundo se habría perdido la increíble interpretación de Matlin en Hijos de un dios menor que le valió un Óscar en 1986; no habríamos conocido la realidad de muchas niñas y jóvenes que son forzadas a abandonar los estudios como nos lo ha mostrado la Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai; tampoco habríamos creído posible que las mujeres sordas pudieran representar los intereses de los ciudadanos como lo hizo en su país Wilma Newhoudt-Druchen, y quizás nos diera un miedo atroz subirnos a un avión pilotado por una mujer sorda si Nellie Zabel no nos hubiera demostrado que es posible convertirse en la primera en hacerlo. Pero, por encima de todo, habríamos creído que era imposible comunicarnos con una persona con sordoceguera como lo era Hellen Keller.
En realidad, el mundo no quiso perderse la aportación de estas cinco talentosas mujeres. Se lo pusieron difícil, de eso no cabe duda, pero finalmente resolvieron el partido y pasaron a la historia como pioneras con discapacidad auditiva en una sociedad que podría contar con mucho más talento si no silenciase las voces y los anhelos de aquellas que tienen dificultades.
Todas aquellas personas que sufrieron esta doble discriminación también se ven reflejadas en las mujeres negras, mujeres trans, mujeres víctimas de violencia sexual, mujeres lesbianas, y un sinfín de perfiles más de mujeres que no luchan el 8-M, Día Internacional de la Mujer, para minimizar las diferencias de género, sino que también pelean cada día por una igualdad real de las personas. Sean lo que sean, lo que hayan decidido ser y como lo sean, lo importante aquí es ser personas y comportarnos como tal, sin silenciar a quien tenemos al lado y aprovechando al máximo su talento, porque no estamos para prescindir de nadie.