Manuel sigue haciéndose pruebas: una resonancia magnética y una ECO-doppler. Se trata de pruebas complementarias para identificar el tipo de acúfeno. Pero sin novedad en el tratamiento. Y de golpe, cuando todavía no se había acostumbrado al sonsonete en el oído izquierdo, comienza el “contagio”, como él lo llama, a su oído derecho.
Lo encaja como puede: “A falta de que me toque la primitiva o la lotería nacional la suerte me brinda pitidos en los dos oídos. Yo creo que el sano tenía envidia del otro”. Aprende enseguida que la patología que ahora se le presenta es de forma bilateral. Dice la estadística que en el 70% de los casos los acúfenos van acompañados de pérdida auditiva. El motivo: las células responsables de la audición son las que generan el tinnitus. También en esto la suerte le “favorece”. “Aparte del ruido me estoy quedando sordo”, comenta a sus allegados.
Manuel se queja de su estado. Su muro de Facebook parece el Muro de las Lamentaciones. Así se encuentra, tocado, pero con ganas de seguir bromeando hasta de sí mismo. Añora el silencio, siente nostalgia de esa descansada vida, alejada del mundanal ruido. Y vuelve a acordarse de Fray Luis de León. Manuel es un lector empedernido y escritor aficionado. Lo que más echa de menos, lo que más añora, es la lectura acompañada de esa soledad fértil. Un libro es más fiel que un perro, piensa mientras intenta tranquilizarse.
No quiere darse por vencido, aunque a veces cree que le están abandonando esas pequeñas cosas que aunque no le daban la felicidad le acercaban al buen ánimo. Lucha para que no le pueda la tristeza. Decide entonces buscar la manera de aprender a concentrarse para la lectura, asumir que tiene que convivir con la ausencia de silencio. Y mirar la vida como hasta ahora, con determinación.