Yo me quiero, tú me quieres
… Y ellos me quieren. El público me quiere mientras yo esté sosegado presentando mi ponencia. Atrás quedó el miedo escénico cuando mi tono de voz es controlado por el efecto sedante de la confianza en uno mismo. La vida, sin embargo, es un constante ejercicio de oratoria del que nadie debería escapar. Ni las…