Las perturbaciones acústicas que nos acosan a veces vienen de nuestros vecinos. El silencio, palabra mágica, no suele ser lo habitual en las comunidades. En ocasiones no queda otro remedio que avisar a la Policía.
La legislación es clara, pero apenas se cumple. De día y con las ventanas cerradas no puede pasarse de 35 dB de ruido, nivel que por la noche baja hasta los 30 dB como máximo. Si se sobrepasan estos niveles se puede efectuar una denuncia.
Existen muchas aplicaciones gratuitas de sonómetros que nos pueden ayudar para aportar información aunque no suelen considerarse como pruebas. Algunas de ellas registran el nivel del ruido, la media de volumen, hora, día y duración. También comprueba en qué frecuencia se produce el nivel máximo.
Lo mejor es que las buenas maneras puedan limar las asperezas. Pero si no hay más remedio conviene saber que la tecnología nos puede echar una mano.