Es una de las ventajas de tener muchos amigos y tiempo para disfrutar de la vida. Jubilado tiene la misma raíz que júbilo, palabra que significa alegría. “Lo importante es llegar bien. A mí me ha fallado el oído, pero tengo ganas de pasármelo bomba”, aclara María sobre su tiempo libre.
En verano le gusta marcharse a Galicia. Hay años que pasa julio, agosto y septiembre en esas tierras: “Así me libero un poco del calor de Madrid, estoy en la playa y me dedico a nadar y a pasear. Para nadar me quito el audífono. En el mar no lo necesito. Allí estoy en la gloria”. Pero como tiene amigos por toda España se permite viajar con regularidad a distintos enclaves de la geografía: “Busco el mejor clima, allá donde me encuentre mejor”.
La botella en su caso está un poco más que medio llena. María es una optimista patológica, a la que su discapacidad auditiva y otros achaques no le restan las inmensas ganas de seguir disfrutando de la vida: “No voy a perder el tiempo quejándome por las cosas que no funcionan. Tampoco me voy a conformar. Todo lo que podamos cambiar hay que luchar para modificarlo. Y sobre lo que no se puede no debemos pasar la vida lamentándonos”. Esta actitud genera entusiasmo entre su familia. Sus hijas se alegran de su vitalismo, y la ponen como ejemplo.
“Pero que nadie piensa que no me afecta oír bien -explica María-. Ojalá el audífono funcionara mejor y me sintiera capacitada casi al cien por cien. Es una faena perder audición. Lo que pasa es que yo no me voy a venir abajo. Hay que afrontarlo todo con la mejor de las sonrisas, pero siendo consciente del problema”.