Nochebuena y Navidad, la primera parte de una larga fiesta. A ella le gustan las celebraciones, aunque como es natural echa de menos a los que no están y le asaltan unas tímidas ganas de llorar mientras brinda con sus hijos. Le molestan los ruidos de petardos, desde siempre. No entiende que la gente disfrute con el ruido. “Debería estar prohibido”, exclama ante la aprobación de los presentes.
Durante la preparación de la mesa y el aperitivo decide fijarse en el informativo. Con el volumen más alto de lo normal. Lleva una temporada buena con el audífono, pero se siente más segura con la televisión a buen volumen. Entonces dan una noticia que les llama la atención: “El Parlamento de Andalucía ha aprobado la proposición no de ley que mejora la accesibilidad de los centros de salud para personas con cualquier tipo de discapacidad, después de que el pasado verano un paciente con sordera estuviera 7 horas esperando sin ser atendido en el hospital almeriense de Torrecárdenas porque no oía las llamadas del personal médico”.
La medida establece un plazo para elaborar un registro de centros hospitalarios y de salud que no cuenten con sistema adaptado. El propósito es conocer las condiciones básicas de accesibilidad y la relación de ayudas y servicios auxiliares para la comunicación y establecer un calendario para su implementación.
—Parece, mamá, que os empiezan a hacer algo de caso— exclama Raquel.
—Esto es una gota en el océano. Bienvenida, en cualquier caso.
Es una noche casi feliz. La madre de Raquel sigue con los ojos empañados. Con la mirada fija en la nostalgia de otros tiempos. Cuando no necesitaba ese aparato para poder oír. Pero está contenta. Sigue adelante y con las ilusiones intactas.