Antonio Gamoneda es un poeta como la copa de un pino. En su trayectoria figuran el premio Nacional de Poesía, el Reina Sofía o el Cervantes. Ejerce un magisterio literario, pero también moral, entre las nuevas generaciones de escritores. Vive en León, pero nació en Oviedo. A sus 84 años es un ejemplo de curiosidad, de inquietud y de ironía: “Tengo una sordera estupenda y si el ruido me molesta apago el audífono”.
Los años difíciles de la guerra y la posguerra le marcaron para siempre. Aprendió a leer con un libro de poemas escrito por su padre, el único libro que había en casa. Por eso su poesía es de resistencia, y en ella busca el silencio, al que los ruidos del exterior no le permiten siempre llegar.
Siempre se refiere a su discapacidad auditiva con grandes dosis de humor: “Como poeta puedo ser más o menos mediano, pero como sordo soy perfecto”. El poeta y periodista Antonio Lucas le definió como “sordo de los que escuchan mirando hacia otro lado”. Gamoneda, genio y figura, referente en lo literario y ejemplo de sordo.