María ejerce de optimista contagiosa y es algo de agradecer: “No recuerdo ningún momento malo derivado de mis problemas de audición. Como soy una persona muy abierta cuando no me entero de algo lo pregunto. Por ejemplo, el otro día en el médico, le dije que hablara un poco más alto. La verdad es que hay personas que hablan para el cuello de su camisa”.
El balance de estos cinco años con audífonos en lo que se refiere a consultas con el otorrino es positivo: “Con los médicos mi relación es bastante buena. Hace poco estuve en una revisión, pero reconozco que no voy todo lo que debiera. A otros especialistas, sí. Son cosas de la edad. Tenía mareos. Yo llegué a pensar que eran vértigos. Me miró los oídos y me quitó un tapón precisamente del que oigo mal”.
Aunque María es una mujer fuerte y segura de sí misma, echa de menos los tiempos en que oía perfectamente. Por eso a veces se pregunta si con una operación habría solución. No le importa fantasear con un implante coclear, aunque no sabe si podría realizárselo: “Si fuera posible me tendrían que dar muchas garantías. Me genera muchas dudas personales que debería resolver”.
“A mis años todo son problemas. También tengo la vista cansada para leer -explica María-. Y está mi problema con los audífonos, que no estoy contenta con ellos. Mis amigos que los usan están plenamente felices. Yo con ellos no oigo bien. Espero que pronto den con la tecla. No pienso parar hasta estar plenamente satisfecha”.