Este 5 de octubre se celebra el Día Mundial de los Docentes. El trabajo de los profesores (maestros, como se decía antes) resulta vital para construir el futuro de un país, es trascendental para el desarrollo de niños y jóvenes. Por eso nos apena que cuando hay que ‘recortar’ el sector educativo siempre salga mal parado.
Los docentes sufren especialmente la contaminación acústica de las aulas hasta el punto de que una cuarta parte de los profesores en España padecen trastornos vocales, especialmente aquellos que imparten clase a alumnos pequeños. Es una especie de bucle. Con un ruido de 65 dB , el profesor tiene que hablar más alto y llega entonces a los 70-75 decibelios. Este sobreesfuerzo provoca lesiones como la disfonía.
Desgraciadamente, los factores de riesgo confluyen en las aulas españolas: ruido de fondo, mala acústica del ambiente, distancia amplia al hablar, calidad deficiente del aire, malos hábitos posturales y carga vocal en tiempo e intensidad. El exceso de ruido afecta también a los alumnos. Sólo una campaña a nivel estatal para limitar las consecuencias de la contaminación acústica en los colegios podría solucionar el problema.