—Me han hablado de un restaurante que acaban de abrir aquí cerca. Si te parece reservo para esta noche. Se lo digo a la peña.
Ese fue el saludo de buenos días de Raúl, de Internacional. La verdad es que formamos un grupo bastante divertido, con Álvaro, diseñador gráfico; Raquel, de Política; y Rosa, de Cultura. Aunque no es nada cerrado. Salimos con más gente del periódico.
—A esta hora me parece bien. Pero de aquí a la cena puede declararse la III Guerra Mundial—contesté.
Salvo los compis de la edición de internet, que están siempre a pleno rendimiento, los primeros momentos en la redacción son de cierta calma chicha. Todas las mañanas, si no hay algo extraordinario, se celebra la primera reunión a las 11 de la mañana. Allí se repasa la información del día anterior, se valora cómo ha quedado el periódico (a veces con un puntito crítico subido de tono) y se empiezan a plantear los asuntos fuertes, la actualidad que manda. A esta puesta en común asisten director, subdirectores, redactores jefes y algunos responsables de sección. Yo tuve que entrar en una ocasión porque mi jefe estaba de vacaciones y el resto del personal en distintos actos. Fue toda una experiencia, pero me gustaría no tener que volver en algún tiempo. Me sentí cohibida entre tantos periodistas de renombre.
El tema estrella de la reunión de hoy ha sido el año Beethoven. El 16 de diciembre se cumplirán 250 años de su nacimiento. Por lo que cuentan, el director ha ordenado que se aborde la figura del músico desde todos los ángulos posibles. Así, el personal del suplemento de viajes tendrá por delante un especial centrado en Bonn, su ciudad natal, y Viena, ciudad en la que murió.
A los de Cultura les corresponde glosar su significado en la historia de la música. Solo en Alemania este año están programados más de 800 eventos entre conciertos, exposiciones, festivales, ópera, ballet, teatro y congresos. A mí se ocurrió que no estaría mal proponer un artículo sobre su influencia en el pop y en el rock, su presencia en bandas sonoras de películas y series. En la sección de Educación se ocuparán de la enseñanza musical en España en comparación con el resto del mundo, pero también cómo educar a los superdotados. Beethoven dio su primer concierto con 7 años de edad.
Y el suplemento de Salud tendrá ocasión de contar las últimas investigaciones sobre sordera, con la percha de la sordera de Beethoven. Ya sé que a mí no me va a tocar nada relacionado con Beethoven, aunque me encantaría hacer un reportaje sobre Viena o sobre Bonn. Me parece adecuado que la dirección prefiera mantenerme apartado de las informaciones que puedan tener alguna vinculación emocional con mi sordera, con mis implantes cocleares. Yo estoy al tanto de todo lo que se publica sobre sordera e hipoacusia y me interesan especialmente los trabajos relacionados con la genética. Como la técnica de edición de genes que ha logrado curar la sordera a un grupo de ratones conocidos como ratones de Beethoven. En fin, seguiré muy atenta. Aconsejaré a mis compañeros cuando crea que puedo ser útil. Pero me toca permanecer en un segundo plano.
Seguí dándole vueltas a Beethoven y a mi sordera durante bastantes momentos, porque la tarea encargada no era especialmente complicada. Mi jefe estaba empeñado en dar una información sobre la subida de audiencia para las cadenas de televisión cuando emiten realities. Y así lo hice. Pero también acumulé en mi cerebro argumentos para encontrar nuevos puntos de vista.
A primera hora de la tarde propuse a Julia Ramírez, la jefa de Sociedad, que nos tomáramos un café. Y allá que nos fuimos, a la máquina situada en el pasillo.
—Julia. Esto del año Beethoven me está acelerando las neuronas—le comenté.
—Te escucho, Anita.
—Con Beethoven como telón de fondo, podemos plantear un reportaje sobre personas con sordera, con implante coclear, audífonos o no que consiguen triunfar en sus profesiones.
—Sigue.
—Yo lo centraría en españoles. Porque la cercanía sigue siendo un factor determinante para despertar el interés del público lector. No te estoy pidiendo hacerlo yo. Solo os sugiero que tengáis en cuenta esta posibilidad.
—Tomo nota. Ya te cuento. Volvamos a la redacción.
Pensé que le había interesado la idea. Eso era lo que me proponía. Pasó la tarde y Julia se plantó ante mi puesto de trabajo.
—Anita. Has triunfado. A los jefazos les ha gustado tu propuesta. Pero no para el diario. Van a hacer un buen reportaje para el suplemento semanal. Tú sigue así, que vas muy bien.
Vaya subidón de autoestima. Obviamente me queda mucho, pero alegra el día que reconozcan tu trabajo. A mí me gustaría mucho hacer carrera en este periódico, aunque no me cierro a nada dentro de mi profesión. La radio sería un reto añadido dada “mi particularidad”. Tampoco descarto la televisión. Me encantaría poder aparecer en cámara, en los informativos. Disimulo un poco el implante gracias al pelo. Pero igual si trabajo en la tele me plantearía que se me viera, como posible acto de reivindicación. Fue una jornada de esas difíciles de olvidar. Le faltó la guinda. Al final no hubo quórum para ir a cenar a ese restaurante nuevo. Otra vez será.
Me encantan estas historias!!
Muchas gracias. Ahora estamos publicando un nuevo blog, con otro aire muy interesante tambien. Te animamos a que lo leas.
Un abrazo