Nacida en Madrid, Susana presume de su afición al fútbol y en concreto al Real Madrid. Le cuesta hablar de su discapacidad auditiva, sobre todo de los momentos en que empezó a darse cuenta de que perdía audición, en torno a los cuatro años. No se esconde y se muestra dispuesta a enfrentarse a todo: “Lo único es que me van a venir recuerdos y aflorar emociones. Lo que pasó está un poco apartado y a mí me cuesta expresarlo”. Gracias a los audífonos puede enfrentarse al mundo. Pero no es suficiente. Sabe que tiene límites, más de los que a ella le gustaría.
Susana no se identifica con el tópico manriqueño de que cualquier tiempo pasado fue mejor. En absoluto. Está convencida de que el avance en materia de inclusión es estratósferico: “Ahora habrá de todo, pero en épocas anteriores lo que sufríamos era una discriminación total con los sordos”. Hay algo en su tono de queja, pero también de satisfacción. A fin de cuentas, generación tras generación, la concienciación social se va abriendo paso.
Sigue con interés las novedades pedagógicas y los testimonios de la comunidad. Confiesa su admiración por las familias con niños sordos: “Estos padres de hoy en día son luchadores”. Las redes sociales han favorecido el intercambio de información. Susana es activa en Facebook y le gusta comunicarse con WhatsApp. Le facilita la interacción. La tecnología resulta vital para la vida de un sordo.
Reside Susana en una población del sur de Madrid. Está en situación de pensionista y disfruta de una vida familiar plena con su marido, su hija, sus padres, su hermano… Le viene a la boca la palabra amor cuando se refiere a ellos. Curiosa y activa, su último plan es ponerse a escribir relatos. Suerte, Susana.