El ejemplo de la familia de Sofía, que están sacando adelante a tres hijos, dos de ellos sordos, es digno de reconocimiento. Ella trabajaba en la industria farmacéutica, en un negocio familiar, que le obligaba a viajar mucho. Cuando nació Carmen, dejó sus ocupaciones profesionales para centrarse en sus hijos. Tras colaborar con t-oigo.com ejerce como voluntaria en Manos Unidas, donde se siente muy involucrada con el proyecto.
Confiesa Sofía que le ayudó mucho escuchar a familias que habían pasado por lo mismo: “Carmen se implantó con cinco años del primer oído. Conocí entonces a una madre con un hijo al que le había sucedido lo mismo. Me calmó bastante, aunque ahora ya no lo necesito tanto. Los entornos familiares que he encontrado son muy positivos”. Y confiesa estar dispuesta a contar su experiencia si puede valer.
Recuerda la madre de Carmen y Diego que es fundamental rodearse de expertos para enfocar la vida de un niño sordo: “En mi caso se puede decir que las personas que nos ayudaron y ayudan van mucho más allá de lo profesional. El trato personal, sus consejos… nos han dado mucha tranquilidad”.
En casa de Sofía aplican la idea de que con esfuerzo Carmen y Diego pueden llegar a todo. No tratan a sus hijos de forma diferente y les permiten probar con todo lo que quieran. Sofía quiere restarse méritos: “El mérito es de todos, pero principalmente de los niños, que llevan esforzándose desde que son muy pequeños”.