La ignorancia sobre la discapacidad auditiva lleva a gran parte de la población a usar expresiones erróneas y a abusar del tópico. Esos falsos mitos dificultan la integración del colectivo. Por eso la Confederación Estatal de Personal Sordas (CNSE) ha pedido acabar con este desconocimiento.
Esos errores proceden de ideas preconcebidas sobre la sordera, que agigantan la dificultad de la comunicación. Para empezar, las personas sordas no conforman un colectivo homogéneo: los hay que se comunican en lengua oral, los que lo que lo hacen con lengua de signos y otros que utilizan otros sistemas aumentativos de comunicación. También podemos encontrar dicha diversidad en el tipo de prótesis auditivas y en los productos de apoyo que utilizan.
Una de las expresiones más nocivas es la de “sordomudo”, concepto que a veces se utiliza para hablar de personas con sordera. No sólo es incorrecto y molesto, sino que además no se corresponde con la realidad. Otro falso mito es que las personas sordas pueden leer los labios en cualquier momento. Esta posibilidad es relativa y condicionada al lugar donde tiene lugar la comunicación, las habilidades lingüísticas y la vocalización del hablante entre otras.
Concha Díaz, presidenta de la CNSE, también aclara que la lengua de signos no es universal. De hecho en nuestro país coexisten dos lenguas oficiales, la lengua de signos española (LSE, Ley 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas) y la catalana (LSC, Ley 17/2010, de 3 de junio, de la lengua de signos catalana).
Reclama la CNSE más presencia de personas sordas en cine y televisión, el fomento de programación y series dirigidas y producidas por personas sordas y la participación activa en estos formatos en condiciones de accesibilidad. Además estima necesario el cumplimiento de la normativa sobre la incorporación de una lengua de signos y un subtitulado de calidad en los contenidos audiovisuales, con el objetivo de que los espectadores sordos puedan acceder a la información en igualdad de condiciones.