A Guillermo le encanta el cine. Y lo prefiere en pantalla grande, en la butaca elegida. Sin palomitas ni refresco. Es un clásico. Desde niño le encanta acudir a las salas y ver los filmes de estreno. Tiene un gusto amplio y no se deja influir por los comentarios y las críticas que aparecen en los medios. Y lo disfruta mucho, sin obstáculos. Él mismo califica sus posibles problemas con los audífonos de moderados. En resumen, se lo pasa pipa en sus instantes de ocio y puede seguir la película sin ninguna molestia.
Hubo una época, la que coincidió con los momentos en que empezaba a perder audición, que prefería no realizar las actividades que hasta entonces eran habituales para él. Casi nunca salía de casa. Son unos años en los que apenas pisó una sala de cine. Tampoco quería ver la televisión. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías puede recuperar las películas que entonces se perdió.
De lo último que ha visto a él le gusta hablar de La forma del agua, del mexicano Guillermo del Toro, que acaba de recibir varios Oscar de la Academia de Hollywood. El monstruo protagonista de la cinta traba amistad con Elisa, muda por un trauma de la infancia, que se comunica a través del lenguaje de signos. No pudo por menos que acordarse de esos tiempos difíciles cuando aceptó que se estaba quedando sordo. A Guillermo le parece que todo lo que sirve para la comunicación es positivo, pero él descartó aprender esta manera de relacionarse con el mundo. Gracias a los audífonos pudo salvarse del silencio y la distorsión. Y así lo cuenta.