En su caso la pérdida auditiva está asociada al paso de los años. Lo ha asumido con serenidad y elegancia. Que le gustaría no tener que usar el audífono. Pues claro. Pero en estos cinco años ha seguido haciendo su vida, sin cortapisas. Sobre todo, porque María es una mujer firme, con las ideas claras, que no se viene abajo con facilidad por los reveses, que siempre está dispuesta a sacar el mejor partido de las cosas.
Se siente arropada por sus dos hijas: “La relación familiar no ha variado prácticamente. Sigo teniendo una comunicación fluida con ellas cuando estamos juntas. Además, la tecnología ayuda bastante cuando no estamos cerca. El whatssapp es maravilloso, aunque siempre resulta mejor el cara a cara”.
Pero no todo es de color de rosas. María sabe que las monedas tienen dos caras. Aunque en su caso suele caer cara, no faltan esos momentos que echa en falta una capacidad de oír como la que tenía antes: “En ocasiones, en alguna reunión no me entero de lo que se habla. Igual se están dirigiendo a mí y no me doy cuenta. Necesito que alguien me repita lo que se está diciendo”.
La parte negativa es la imposibilidad de que la comunicación sea siempre perfecta: “A veces mi hija Susana se queja de que le contesto otra cosa distinta a lo que me ha preguntado. Son pequeños roces sin importancia y nunca nos llegamos a enfadar, pero me da rabia no oír. Yo intento ser positiva, pero no siempre nos puede salir todo rodado al cien por cien. Hasta ahora me he librado de trances angustiosos relacionados con mi pérdida auditiva. Y si llega lo afrontaré para superarlo”.