“Sorprendido, pero con muchas ganas de seguir batallando”. Así se encuentra Alberto en sus primeros festejos navideños con implante coclear. “Ya me dijeron que todos los accesorios corren de mi cuenta: las pilas, la batería, los cables, pero yo lo considero una buena inversión”, explica.
Aunque a veces se siente inmerso en un caos por oír con el implante coclear por el derecho y el audífono por el izquierdo, está bastante satisfecho porque cada vez consigue distinguir más matices en los sonidos. Hasta dentro de tres meses no volverá a encontrarse con el programador. Mientras, prueba con los cuatro programas, que le permiten oír más: “Si me molesta vuelvo al anterior”.
La logopeda le pone deberes, como leer en voz alta, hablar con mucha gente sin mirar a la cara, mantener conversaciones sin el audífono del oído izquierdo para que trabaje el cerebro. Es un proceso que podrá ser valorado dentro de un año. Alberto está preparado para algún momento de bajón, pues pueden darse pequeños baches en los que no se avanza tan rápido como se quisiera.
“Tiene que merecer la pena todo lo que estoy haciendo -comenta-. Igual no puedo oír bien la música de fondo de un bar. Pero seguramente pase de no oír nada a poder tener una conversación. Y eso es mucho. Me compensará haber pasado por dos operaciones. Y volver a los recitales de poesía y a los conciertos”.
Su mayor preocupación es la de golpearse en la zona del implante. Pero se lo toma todo con mucha tranquilidad. Ahora vive en casa de sus padres. Y así se siente mucho más protegido. Ya ha empezado a usar el teléfono móvil. Solo capta palabras sueltas, no es capaz de seguir la conversación, pero sus avances le dan mucha esperanza.