España vive momentos de incertidumbre política y social. Son tiempos nuevos, de horizonte desconocido. Lo que no cambia es el lenguaje empleado en medios de comunicación y sus tertulias. La manera de hablar indica una forma de ver el mundo. Y es aquí cuando nos cansamos de escuchar expresiones como “hacer oídos sordos”, “hacerse el sordo”, “sordos a las peticiones…” En fin, el catálogo se puede ampliar.
Usar la discapacidad auditiva como metáfora de la falta de entendimiento es viejo y denota cierta falta de respeto para un problema que en mayor o menor medida afecta a un millón de españoles.
Cambiar la manera de expresarse es un reto de modernidad, de cultura de la inclusión. Y ahí deberíamos estar todos.