Forma parte de la “sabiduría popular” que la mejor manera de limpiar la cera de los oídos es usar bastoncillos de algodón. Así ha sido tradicionalmente. Pero en este caso la verdad y lo que se cuenta discurren por caminos separados.
La Universidad de Oxford ha realizado un estudio que demuestra que el uso de bastoncillos de algodón para eliminar el cerumen puede ocasionar un problema auditivo. El motivo: con este instrumento se interrumpe la forma natural de limpieza de los oídos. Además, sólo se logra empujar la cera hacia el interior del canal auditivo, lo que provoca sordera temporal y causa daños al canal auditivo o al tímpano.
Al meter el bastoncillo, la punta empuja la cera hacia el tímpano y puede causar un bloqueo en el canal. Si el cerumen presiona la piel del tímpano, puede provocar que no vibre, con los consiguientes problemas de audición. Nuestros oídos se limpian ellos solos, a modo de cinta transportadora se llevan los residuos.
Aunque si se considera que hay un exceso de cera lo mejor es acudir al médico para que limpie los oídos con una inyección de agua caliente a presión.