La pérdida de audición asociada a la edad es uno de los problemas en el tramo de la vida después de la madurez. Junto a esta contingencia, los mayores que ven mermada su capacidad auditiva sufren el doble de probabilidades de tener también limitado su espacio de movilidad. En definitiva, su calidad de vida se resiente.
Dos investigaciones, de la Universidad de Jyväskylä y la Universidad de Tampere, en Finlandia, señalan que la falta de movilidad de las personas de la tercera edad fuera de su entorno es otra de las consecuencias negativas de la pérdida de audición. Los efectos de la pérdida de audición no se circunscriben sólo a la capacidad de comunicarse. También influye en el mantenimiento de la actividad y la integración en la vida social.
Uno de los estudios, en el que participaron 848 hombres y mujeres de 75 a 90 años, muestra claramente que aquellos que sufrían problemas auditivos tenían la tendencia a reducir su movilidad de espacio a un entorno muy cercano, en contraposición con los que tenían buena audición. El experimento duró dos años con el siguiente resultado: las personas con discapacidad auditiva contaban con más del doble de probabilidades de limitar su espacio de movilidad a zonas cercanas.
Lo cierto es que los problemas auditivos aminoran la calidad de vida, pero la pérdida de audición afecta a lo cotidiano de manera distinta. Según uno de los investigadores, Hannele Polku, existen diferencias derivadas de la personalidad de cada uno: “Para una persona con vida social activa, una pérdida de audición leve puede afectarle enormemente a desenvolverse en su día a día, mientras que una persona más casera, que disfruta de tareas domésticas realizadas en casa, no experimenta tantos problemas con el mismo grado de pérdida auditiva”.