Los días previos a la consulta con el otorrino los pasó Manuel escrutando internet. Sabe que no es lo que tiene que hacer, pero no puede evitarlo. Los pitidos van en aumento. No se van, como él pensaba. Y empieza a familiarizarse con los síntomas, las estadísticas. No recomienda a nadie que lo haga. Para eso están los médicos. Pero la impaciencia le está asediando.
No le tranquiliza saber que cualquiera puede padecer acúfenos, independientemente de la edad, el sexo o la condición. Los datos dicen que un 8% de la población tiene tinnitus. Vale, pero ¿por qué a él? ¿Qué es lo que ha hecho? Si sigue leyendo le entran escalofríos: los acúfenos afectan a tres millones y medio de personas en España y a 25 en toda la Unión Europea. También se entera de que la incidencia aumenta con la edad, que es más habitual que aparezca a partir de los 45 años. “Va a ser eso -piensa- que la edad no perdona”.
Pero lo que le pareció de novela de terror fue la diversidad de ruidos que pueden llegar a aparecer: pitidos, timbres, zumbidos, la señal de la televisión, silbidos, campanas. Y lo que más le asustó: se pueden presentar como sonidos como chasquidos o palpitaciones que van al mismo ritmo que el pulso cardiaco.
Por fin llegó el día. Y resulta que aquella infección en la muela la había causado una otitis, origen de los acúfenos. Ese fue el diagnóstico. Sintió cierto alivio pues según el doctor los pitidos se podrían quitar si desaparecía la otitis. El remedio, antibióticos orales. Se marchó confiado a casa, a pesar de los pitidos, que le hacían pensar en un partido de fútbol.