Blanca ha decidido salir al mundo. No es que no formara parte de él, pero desde casi siempre ha vivido demasiado para adentro. Eso es lo que piensa ahora. Por una parte, le ha dado una capacidad para analizar los acontecimientos, para disfrutar de los momentos. Pero siente que eso que ha mantenido en la más estricta intimidad es el instante adecuado para empezar a sacarlo. No le echa la culpa de su carácter a su discapacidad auditiva ni a sus audífonos: “Gracias a los audífonos he podido llevar una vida muy parecida a las demás personas”.
Está convencida de que en muchas parcelas de la vida nunca es tarde para empezar. Por eso se va a matricular en un taller de creación literaria. Sin excesiva ambición, con ganas de aprender. “Supongo que de alguna manera todos tenemos limitaciones, pero no podemos dejarnos vencer. Y yo quiero confirmarme como escritora”, indica Blanca.
Entre sus planes figura acudir a recitales y lecturas en algunos de los bares literarios del centro de Madrid. De momento lo hará para tomar contacto, pero según se vea con fuerzas participará en los denominados micros abiertos. Quiere dar a conocer lo que escribe. Le asusta un poco el ruido ambiente que puede dificultar su relación en los locales, porque a veces le resta capacidad de comunicación.
Aunque ha cultivado distintos géneros, se inclina ahora por el microrrelato. Es complicado, pero muy agradecido. Y así no cansará a sus oyentes con textos largos. “¿Quién sabe? -explica Blanca- A lo mejor dentro de un tiempo puedo publicar mis cosas en un libro. Se puede ser sorda y escritora”.