— ¿Puede repetirme, doctor, el nombre de lo que tengo?
— No digo que lo padezca. Lo tiene que certificar el especialista. Pero parecen acúfenos. Usted sufre una patología denominada así, aunque también se conoce como tinnitus.
Las molestias que Manuel está sintiendo en los últimos tiempos no le quitan el sentido del humor. Lo primero que hizo nada más salir de la consulta del médico de familia, incluso antes de pedir la cita con el otorrino, fue googlear en el móvil y buscar la etimología de la palabra tinnitus. Así que tiene origen latino (tinnire), leyó, y significa «tañir o sonar como una campana”. Es la palabra que se utiliza en inglés para referirse a los acúfenos. Él prefirió pensar que era un legionario romano que tuvo la mala suerte en su vida de cruzarse con Axtérix y Obélix, los galos protagonistas de las historietas de René Goscinny y Albert Uderzo.
Todo empezó con un leve pitido en el oído izquierdo. Prácticamente ni lo notaba. Pasados los primeros días, Manuel se fue preocupando por momentos. No era muy molesto, pero la insistencia le estaba desquiciando un tanto. Como todos, le dio por buscarse el mejor diagnóstico posible: “Seguro que es un tapón. Voy al médico y me lo quita”.
Recordó entonces en su juventud cuando unas molestias en ambos oídos dieron con él en la consulta del otorrino, que recomendó una audiometría. Los resultados le llenaron de satisfacción: “Casi se puede decir que tiene un oído superior a la media”. Las molestias se fueron, de la misma manera que vinieron. ¿Estrés en su primer año universitario? Lo cierto es que más de veinte años después tenía que volver a consultar con un especialista. Quizá debería haber hecho algún control antes, reflexiona Manuel.