Martes y jueves son los días marcados en el calendario imaginario de Alberto para no olvidar su importante cita con la logopeda. Estaba emocionado antes de su primera vez y relata la experiencia con ánimos renovados: “Creo que está muy acostumbrada a tratar con adultos. Me explicó que tendríamos que vernos durante un año. A mí me parece mucho tiempo. Pero lo que tenga que ser será”.
Alberto piensa que todo está yendo muy deprisa: “Me pusieron la parte externa del implante coclear un viernes y al martes siguiente ya fui a la logopeda. En aquella primera sesión expliqué que ya oía mi voz. A ella la pareció que había sido rápido. La misma impresión tuvo del proceso, porque me pusieron la parte externa un mes después de la cirugía. Supongo que tiene que ver con la cicatrización”.
La logopeda le estuvo preguntando. Luego pronuncia palabras que Alberto tiene que repetir. “Me dejó el texto, las palabras que ella decía, para que yo pudiera leerlas en el papel. Porque en teoría no debería entenderlas”, explica.
El optimismo le hace fuerte: “Yo creo que no voy a estar un año. Pero no hay que correr. Del primer día cuando me instalaron la parte externa, que oía golpes, a hoy las cosas están cambiando. Me dicen que el cerebro todavía no reconoce bien los sonidos. Pues iremos poco a poco. Es una locura porque por el oído izquierdo oigo normal, y por el derecho tengo todo este jaleo y se mezcla y casi no entiendes nada”.