“No soy de los que se quejan. Y motivos podría tener. Aunque no creo en el destino, empiezo a pensar que por alguna razón todo, absolutamente todo, es más difícil para mí”. A Alberto le preocupan los imprevistos. Normal. Tenía cita con el programador para instalarle la parte externa del implante coclear y hubo que anular la cita, porque este especialista no pudo asistir. “No pasa nada. Solo hay que esperar un día más”, explica.
Dicho y hecho. Un día después le colocaron la parte externa. Está contento porque el proceso sigue su curso, aunque se está encontrando con sensaciones raras: “Al principio solo oía ruidos, como ya me habían advertido. Al poco ya escuchaba mi voz, pero de forma metálica, como si fuera un robot. Me resulta todo muy confuso, porque por un lado la escuchas así y por el otro como realmente es. A mí me parece un poco locura. En realidad, escucho todavía poco, pero esto irá cambiando”.
En estos momentos de cierta inseguridad, Alberto prefiere comunicarse con los amigos a través de las redes sociales. “Ya llegarán los días -comenta- en que pueda verme con la gente a tomar un café. De momento me estoy centrando en ir evolucionando poco a poco”.
Ya ha empezado con la logopeda y las primeras impresiones son buenas: “Estoy deseando volver. Voy a ir los martes y los jueves. La lástima es que el segundo día que me hubiera tocado es fiesta”. El 21 de diciembre se verá de nuevo con el programador. Alberto es de naturaleza tranquila, pero en el fondo de su corazón quiere que todo se acelere.